Vestidas con minifaldas que apenas cubren sus caderas, las chicas suben al escenario con luces de neón y bailan al ritmo de la música pop. Su trabajo consiste en apaciguar a los espíritus errantes.
La fachada del templo cambia de color debido a los fuegos artificiales que iluminan la noche de Taiwán, el espectáculo llega a su clímax con el denominado pole-dancing en frente de una audiencia compuesta por hombres, mujeres y niños.
“Es un trabajo duro, pero tengo que ganarme la vida”, dijo la joven de 18 años, sin aliento después de desnudarse para la multitud durante la fiesta religiosa.
La joven acababa de ganar Tw $ 3000 (100 dólares) por su acto, que comenzó en el escenario, pero termina cuando ella se mezcla con el público, dejando a los hombres colocar sus propinas.
La Religión popular en Taiwán es una mezcla única de lo espiritual y lo terrenal, y una de sus manifestaciones más notables es la práctica de contratar bailarinas para presentarse en funerales.
En algunas ocasiones los clientes nos piden que bailemos entre los ataúdes y cantemos por los fallecidos. Lograr la realización de los muertos es lo mismo que realizar a las personas vivas.
“A ellos les gustaba cantar cuando estaban vivos y sus familiares piensan que le hubiera gustado tener a alguien que les cante cuando llega el final. Creo que estoy haciendo algo bueno y espero que este acumulando karma.”, aclara la bailarina.
EL pole-dancing es una manera muy poco ortodoxa para nuestra cultura occidental de despedir a los nuevos difuntos. Con mucha música, luces de neón y un striptease final de la bailarina.
Pole-Dancing. El Baile de la muerte
